Los dilemas entre el querer y el deber en la crisis

Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 20 de abril de 2020.

“No es lo mismo hacer las cosas desde el querer, que hacer las cosas desde el deber”, me dijo Luis Macín, fundador de El Camino eCommerce & Business Consulting, en una de las últimas conversaciones presenciales que tuve en mis oficinas en marzo.

Y la afirmación ha rondado en mis reflexiones y dilemas, cada vez que analizo ideas, acciones y proyectos que pretenden navegar una de las crisis más profundas que México ha visto en décadas.

En su definición más simple, un dilema es una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no es claro cuál de ellas se debe escoger porque ambas son igual de buenas o –tome nota– igual de malas.

Comparto 3 situaciones que bien pueden estar presentes en muchas empresas que están padeciendo reducción de ventas, altos niveles de endeudamiento o problemas graves de cobranza y que cada día o semana tienen que estar decidiendo cómo enfrentar una falta de liquidez tan crónica como estructural:

1) ¿A quién le dejas de pagar?.- Y no me refiero a un costo o un gasto que un día concluiste que ya no era relevante para tu organización (desde el querer), sino a insumos o servicios en los que ya incurriste, ya los debes, y tu limitada caja te obliga a posponerlos unilateralmente o renegociarlos armoniosa o conflictuadamente (desde el deber). Y el dilema aparece cuando tienes que elegir a quién afectas, procurando que esa afectación ofrezca oxígeno temporal a tu compañía.

2) ¿En qué te desinviertes?.- Y no me refiero a activos que ya concluiste que están ociosos o que ya no aportan la rentabilidad mínima que tu organización exige (desde el querer), sino a activos que resultan funcionales y óptimos. Es la necesidad de flujos para otras prioridades lo que te obliga a venderlos, liberarlos o cederlos (desde el deber). Y el dilema se presenta cuando tienes que ejecutar la decisión con la plena conciencia de que ese activo puede resultar táctico para materializar planes futuros importantes ya visualizados.

3) ¿A quién despides?.- Y no me refiero a un colaborador que ya concluiste que no agrega valor a tu operación (desde el querer), sino a gente que funciona, que has capacitado, que resuelve y que es un activo para tu organización. Es una caja limitadísima la que te obliga a reducir personal (desde el deber) con la conciencia de que –aún en condiciones idóneas– estás liberando talento que pudiera ser vital en un futuro próximo. Y el dilema surge cuando tienes que elegir quién y cuándo, con plena certeza de que provocarás un problema a esos colaboradores que pudieran no encontrar una nueva fuente de ingreso equivalente en meses.

Y es que la gestión directiva no está exenta de dilemas en el deber y de las dudas que aquellos producen.

Dirigir requiere tener la capacidad de decisión asertiva y estratégica. Decisiones que –en situaciones de crisis– producen una afectación consciente, focalizada y contextual pero que cuando son oportunas y razonablemente bien medidas, buscan el mal menor para producir el bien mayor que es la sobrevivencia de una empresa viable para la nueva normalidad.

Nadie puede afirmar que tomar ese tipo de decisiones es un día en el parque. Y prácticamente todas las que tomes serán cuestionadas o criticadas por alguien. Pero bien afirma el buen Luis, “no es lo mismo hacer las cosas desde el querer, que desde el deber” y un entorno de crisis se te puede perdonar muchas cosas menos no hacer bien lo que estás circunstancialmente obligado a hacer.